top of page

Lo que proyectamos en nuestras mascotas: Mecanismos de defensa en acción.

Foto del escritor: Tania ZárateTania Zárate

Mascotas, nos dan calma porque reciben todas nuestras defensas inconscientes.
Mascotas, nos dan calma porque reciben todas nuestras defensas inconscientes.


Si observamos nuestra relación con nuestras mascotas desde el psicoanálisis, podríamos sorprendernos de la cantidad de mecanismos de defensa que movilizamos en la convivencia diaria con ellas. No se trata solo del cariño genuino que sentimos, sino de cómo, sin darnos cuenta, las convertimos en depositarias de nuestras ansiedades, conflictos internos y necesidades emocionales insatisfechas.


Proyección: el espejo de nuestras emociones


Uno de los mecanismos de defensa más evidentes es la proyección. Atribuimos a nuestras mascotas estados emocionales que, en realidad, son nuestros. Decimos que nuestro perro está “triste” cuando en realidad somos nosotros quienes atravesamos un día difícil, o afirmamos que nuestro gato “está enojado” cuando nos sentimos rechazados. La mascota se vuelve un espejo en el que reflejamos lo que nos cuesta aceptar en nosotros mismos.


Antropomorfización: darles voz para hablar de nosotros


Cuando les asignamos una voz y “conversamos” con ellos, podríamos estar usando un mecanismo de identificación proyectiva. Al decir “mi perro piensa que trabajo demasiado” o “mi gato cree que mi pareja no es la adecuada”, externalizamos pensamientos o dudas propias, disfrazándolos como si vinieran de nuestra mascota. Es un modo de hacer consciente lo inconsciente sin asumirlo del todo.


Regresión: el consuelo de lo infantil


Las mascotas también activan mecanismos de regresión, llevándonos a un estado emocional más infantil y vulnerable. Su presencia nos permite reconectar con necesidades primarias: el afecto incondicional, la sensación de cuidado y la seguridad de que alguien estará ahí sin juicios. Es por esto que abrazar a un perro o acariciar a un gato puede tener un efecto profundamente calmante.


Mascotas, recoben nuestro amor y frustraciones.
Mascotas, recoben nuestro amor y frustraciones.

Desplazamiento: de la rabia contenida al “no te comas los zapatos”


Cuando reprimimos emociones como la ira o la frustración, a veces terminamos descargándolas en nuestra mascota a través del desplazamiento. Un día difícil en el trabajo puede traducirse en un regaño exagerado porque el perro rompió un cojín o porque el gato tiró un objeto. La energía emocional que no podemos expresar en su contexto original encuentra una vía de escape más segura.


Sublimación: la ternura como refugio


El vínculo con nuestras mascotas también permite una forma de sublimación, transformando tensiones internas en un amor puro y desinteresado. En lugar de canalizar la angustia o la agresión de manera dañina, la dirigimos hacia el cuidado y el juego con ellos, convirtiéndolos en una fuente de bienestar emocional.


Es así que las mascotas son receptoras de ansiedad conflictos y necesidades insatisfechas.

Las mascotas no solo nos acompañan, sino que absorben y reflejan partes profundas de nuestra psique. Nos ayudan a procesar lo que nos cuesta enfrentar directamente, y en ese proceso, sin saberlo, se convierten en testigos silenciosos de nuestra vida emocional. ¿Qué mecanismos de defensa identificas en tu relación con tu mascota?

Comments


bottom of page