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Viviendo en el extranjero: Ansiedades y mecanismos de defensa desde le psicoanálisis.

Foto del escritor: Tania ZárateTania Zárate

Mudarse trae consigo una serie de ansiedades que afectan la identidad.




Mudarse a otro país es una experiencia profundamente transformadora. Más allá del entusiasmo inicial, trae consigo una serie de ansiedades que afectan la identidad, la seguridad emocional y la manera en que nos relacionamos con los demás. Desde el psicoanálisis, entendemos que este cambio no solo nos enfrenta a desafíos externos, sino también a conflictos internos que pueden reactivar viejas angustias o despertar nuevas formas de defensas psíquicas.


Ansiedad de extranjería: el desarraigo y la identidad


Freud hablaba de la importancia del hogar como un espacio de seguridad psíquica. Al vivir en otro país, esta base se desestabiliza, lo que puede generar una sensación de desarraigo y una crisis de identidad. Nos preguntamos: ¿Quién soy en este nuevo contexto? La lengua, las costumbres y los códigos sociales pueden hacer que incluso nuestra propia voz se sienta ajena. Este sentimiento de extranjería no solo es externo, sino también interno, como si una parte de nosotros mismos se volviera extraña.


Los mecanismos de defensa en juego


Para lidiar con esta ansiedad, el psiquismo activa mecanismos de defensa que pueden manifestarse de diversas formas:

• Regresión: Podemos refugiarnos en recuerdos del pasado o en costumbres de nuestra cultura de origen como una manera de encontrar seguridad. Esto puede traducirse en una resistencia a adaptarse, idealizando la vida anterior y sintiendo nostalgia constante.

• Negación: A veces, el cambio es tan abrumador que se evita reconocer la pérdida que implica migrar. Se adopta una actitud de falsa adaptación, donde se minimizan las dificultades emocionales y se evade el duelo por lo que se dejó atrás.

• Intelectualización: Se racionaliza la experiencia para evitar conectar con las emociones. Se puede hablar de la migración en términos de oportunidades y crecimiento sin reconocer el impacto emocional profundo.

• Proyección: La frustración o el miedo pueden ser atribuidos al entorno en lugar de ser reconocidos como propios. Así, se culpa al país de acogida, a las personas o a la cultura por el malestar interno.


El duelo migratorio: un proceso necesario


José Luis Linares plantea que la migración implica un duelo múltiple: se pierde la familia cercana, el idioma como vehículo de expresión espontánea, los espacios familiares y el sentido de pertenencia. Elaborar este duelo es clave para evitar que el exilio interno se convierta en una barrera para la integración y el bienestar emocional.



Hacia una integración emocional


La adaptación no significa olvidar el pasado ni rechazar lo nuevo, sino encontrar un equilibrio en el que se pueda convivir con ambas identidades. La clave está en permitirnos sentir la angustia sin negarla, darnos tiempo para construir nuevos lazos y, sobre todo, sostener un espacio donde podamos procesar nuestras emociones sin juzgarnos.


Desde el psicoanálisis, sabemos que cada migrante enfrenta este proceso de manera única. Acompañar estas ansiedades en un espacio terapéutico permite darles sentido y transformar la experiencia en una oportunidad de crecimiento, sin negar las heridas que el proceso puede traer consigo.


Si este tema resuena contigo y quieres profundizar en cómo la migración impacta tu mundo emocional, te invito a explorar este camino en un espacio de análisis y reflexión.

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