Las celebraciones son oportunidades para la reflexión y la recapitulación de experiencias significativas. También son una puerta abierta para acudir al reencuentro con recuerdos que por engorrosos han dejado aprendizajes memorables.
A diez años de haber iniciado el sueño de mi vida, no puedo más que agradecer a mis maestros y mentores, pero sobre todo a mis pacientes, que con confianza plena han colocado en mi oído sus sueños, sus anhelos, sus desconocidos dolores y temores, sus ganas de neutralizar con amor lo destructivo y a veces sus ganas de dejarse llevar al lado conflictivo. Y por encima y por debajo de toda experiencia clínica, siempre el acompañamiento insustituible de mi analista, que en su ejercicio de mostrarme mi propio inconsciente, me ha llevado al encuentro con mis pacientes y en los desencuentros me ha forzado a ir más profundo en mis recónditos lugares oscuros.
Algunas personas me han preguntado qué opino de la humanidad a 10 años d
e trabajo clínico. Y no puedo más que decir que la esperanza en nuestra especie desborda en mi entusiasmo por seguir estudiando y en mi deseo por continuar ejerciendo esta maravillosa profesión que tanto disfruto.
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